http://www.revistalabarra.com.co/larevista/edicion-20/personajes-6/yo-cocine-para-fidel-castro.htm
YO COCINÉ PARA FIDEL CASTRO
Pocos son los afortunados de tener la oportunidad de cocinar para una figura tan política y polémica del siglo XX. El Gran Comandante Fidel Castro Ruíz no sólo es un personaje controversial sino un gran sibarita y gran conocedor de la gastronomía mundial.
Es un poco contradictorio ver como su pueblo vive en completa austeridad mientras que en su casa desfilan las más impresionantes viandas y se liba con los mejores vinos de Europa. Hablar del “Caballo” como se le conoce a nivel mundial por su fortaleza y vitalidad es un tema que a muchos les intriga ya que sus dolencias y enfermedades poco se conocen.
La historia comienza en Quito, Ecuador, durante el gobierno del Sr. Presidente Gustavo Noboa Bejarano, en la inauguración del museo “La Capilla del Hombre”, en honor al Gran Maestro Oswaldo Guayasamín.
Hablar de la entrañable amistad y hermandad que tenía Fidel con Guayasamín podría extender demasiado este escrito, pero algo sí es cierto: el día que el maestro murió, Fidel le hizo la promesa de viajar al Ecuador a visitar el lugar donde enterraron sus cenizas, justo debajo de un árbol en el tan afamado museo.
Fuimos convocados para tan digna labor, cocinar para el Comandante, varios chefs que laborábamos en la Universidad San Francisco de Quito. Recuerdo bien que ese día de la noticia todos brillamos de emoción y alegría, ya que tan reconocida personalidad no sólo iba a comer los más exquisitos platos de la cocina ecuatoriana sino que también estaba en nuestras manos su seguridad.
Creo que la ética profesional primó sobre todas las cosas, pero sí nos saltó la intriga de preguntar: ¿Se imaginan cuánta plata nos darían si envenenamos al viejo?
Realmente es un tema bastante delicado y creo que el cuestionarse es muy humano. Pero todos los que estábamos presentes tenemos un gran sentido de responsabilidad, de respeto por nuestro proceder profesional, por la ética y la moral.
Ese día previo al evento tuvimos una reunión con su personal de seguridad y con su médico personal. Nos indicaron los ingredientes que Castro no come y algunas de sus dolencias que, por motivos de un pacto que realizamos, las conservo en silencio. Recuerden que el tema de la salud de Castro es secreto de Estado.
Es simpático ver que el día de la elaboración del menú, estábamos rodeados de seis guardaespaldas que vigilaban sigilosamente cada uno de nuestros pasos. No faltaba oír: Oye chico ¿qué estás poniendo allí? Chico eso no come Fidel… Créanme sentimos mucha presión pero al mismo tiempo mucho orgullo de realizar tan digna labor.
El museo se decoró de una manera espectacular; recuerdo muy bien al chef Homero Mino decorando cada uno de los buffet con muchas flores y con temas alusivos a la cocina ecuatoriana. Todo brillaba y esperaba por la llegada del Comandante Fidel Castro.
A su arribo no dudó en dar una vuelta por el museo observando detenidamente cada una de las obras del maestro y recordando momentos especiales de son de rones y tabacos. Después de su travesía llena de reminiscencias se sentó a la mesa y procedimos a servirle los más ricos bocados de la cocina equinoccial, llena de colorido, sabores y, sobre todo, del cariño que todos le pusimos a este momento tan especial que habita en el recuerdo de los que logramos vivirlo. Buen provecho Comandante!
Que error no haber aderezado la comida con cianuro de potasio.
AntwortenLöschenNo debemos desear la muerte de otro ser y menos provocarla, aunque precisamente éste bandido ha acabado con medio mundo.
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